miércoles, 28 de noviembre de 2007

Everyday

Cada día se despierta uno con una incógnita ante lo que acontecerá. No obstante, cuando se pierde el sentido de novedad y sorpresa, comienza la batalla contra la desidia y el desencanto. En el camino te ha cegado la niebla y has visto color. Un antes y un después. Un compromiso conmigo mismo y pasos firmes. A veces entre sueños oyes una voz que te dice “te quiero” y sueñas que sonríes, pero la voz es real. La cuestión es ¿hasta dónde alcanza la ambición? ¿hasta dónde apostar? ¿hasta donde sacrificar?
Quiero darle la vuelta la vida y empezar a ser yo quien la devore a ella. Llamo al entusiasta y al adolescente que hay dentro pero él se resiste. La voz del sueño le da sentido a todo.

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jueves, 15 de noviembre de 2007

En el camino


Las claves del camino no son claras ni directas. Ni señales de tráfico ni mapas. A veces se cruza una liebre para despistar y no la alcanzas. Sobre la niebla una certeza. El trabajo nos define (en parte) y nos va construyendo (y destruyendo) día a día. Te enseña o te deforma, te ayuda a crecer o te enquista en el reino de lo mezquino. Sobrevives al Ogro y la mediocridad que te circunda. Pero necesitas algo más. No basta el gris cuando aspiras al arco iris. Pero tras tanto tiempo habituado al blanco y negro y ya dudas de si serás capaz de percibir los colores. A lo lejos oyes música y hueles otros mundos que están en éste pero al otro lado de un contrato o un golpe de suerte. Caminamos hacia esa luz interior antes de que se extinga.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Viaje


Caminas como de puntillas sobre la realidad y necesitas esconder tu indiferencia a los demás que no merecen un trato descortés.
Indagas en las fuentes de la insatisfacción y desconoces si la causa es una o múltiple. La cuestión es que sientes que no tienes nada que celebrar y que hay algunas cuestiones que debes solucionar antes de regresar a la vida.
Eres tú quien ha elegido y sin embargo experimentas un gran vacío. Ese hueco que rodea parte de tu existencia va absorbiendo tu entusiasmo y tu vitalidad.
En este viaje no son suficientes los buenos deseos. No ha llovido y la hierba no creció. Tanta aridez me convierte en un desconocido para mí mismo. Toca encerrarse a solas con uno mismo e ir poniendo un poco de orden.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Sol de otoño



Un minuto de sol de otoño sentado en un banco alivia la insatisfacción que acompaña lo cotidiano. A este corazón inconformista no le basta con nada. O demasiado calor o demasiado frío. Hay un ser vivo ahí dentro que pide más y más. Nunca los besos son suficientes, nunca los orgasmos, nunca las sonrisas. Estamos hechos de barreras y de límites, pero también de deseos y de pulsiones. En el camino hacia ninguna parte nos detienen las preguntas, las dudas, las frustraciones, lo incierto.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Cuánto gané, cuánto perdí (IV): memoria


Hay recuerdos que algunos se empeñan en borrar de la faz de la tierra, de la mente de sus dueños y de la mente de los descendientes de sus dueños. Si el ser humano es capaz de ser cruel y de destruir vida y belleza, los que somos testigos no podemos olvidarlo.
Llevo una temporada en que determinadas muescas de las tapias de los cementerios me parecen más que muescas. En que la placa que hay cerca de casa que anuncia dónde escribió Miguel Hernández “Las nanas de la cebolla”, o la que informa que justo encima de la librería donde el jueves estuve comprando vivió Lorca los años justamente antes de ser asesinado, me resultan más que anuncios adosados a la pared.
Está despertando en mí una cierta conciencia emocional, que va más allá de los datos históricos. “Las trece rosas”, la película dirigida por Emilio Martínez-Lázaro, sin haberme convencido desde el punto de vista cinematográfico (y mucho menos la mayoría de las jóvenes actrices), me ha trasladado, gracias a la magnífica interpretación de Pilar López de Ayala, directamente al sufrimiento de los que lo perdieron todo o casi todo hace ya casi 70 años. Aconsejo leer la carta que escribió Blanca Brisac, la persona a la que esta actriz interpreta y que cierra la película, publicada en la web oficial. Las palabras nos retrotraen al sufrimiento extremo de aquel a quien su compromiso con la coherencia ha significado la condena a muerte. Difícil de comprender para los que hemos crecido en la sociedad del bienestar lo que implica sufrir en primera persona la represión de un régimen dictatorial.
Y son tantos que perdieron la vida o la dignidad y no han tenido homenajes ni canonizaciones, ni sus nombres han estado escritos en los muros de las iglesias y cuyo recuerdo fue brutalmente silenciado a través del miedo. Devolverles la dignidad arrebatada a ellos y a sus familias es un deber moral de todos y afortunadamente se están dando pasos. Es lo menos que podemos hacer por quienes contribuyeron a construir buena parte de las raíces de las libertades que hoy disfrutamos.

Me conmovió el relato del hijo de una víctima que gracias a un terapeuta que le facilitó una asociación pudo llorar a su padre después de décadas. Como ésta, muchas heridas aparentemente cerradas no lo estaban. Las lágrimas de todos nosotros, al destapar y reconstruir este sufrimiento negado y arrinconado, van a contribuir a cerrar y asumir algo que necesitamos alojar en un rincón sagrado de nuestra alma. Y a completar las lagunas de nuestra historia.
Pero no sólo pienso y siento el dolor que acompaña nuestro pasado más reciente. Me reconciliaré conmigo mismo y con mi condición humana cuando termine de integrar tantos crímenes y genocidios que articulan la historia universal. Con la ayuda de escritores como Muñoz Molina a través de su novela “Sefarad”, o directores de cine como Isabel Coixet con “La vida secreta de las palabras” (por citar algunos), voy adentrándome en ese rincón oscuro y descubriendo la punta del iceberg de las guerras fraticidas (todas lo son) y lo que supone la destrucción de aquel que controla las materias primas, o simplemente es el vecino o el cónyuge o el diferente o el chivo expiatorio.

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