Confesiones

Como no podía ser de otra manera, perder a mi abuela ha sido como toparme de bruces con la vida y con la muerte, con las raíces, con la familia, ir a lo esencial y ver con claridad la gente que de verdad quieres y que de verdad te quiere... en definitiva, encontrarme con los sentimientos en estado puro desbrozando la vida de lo anecdótico que tantas veces nos lleva a perdernos. En este estado es más fácil ser honesto conmigo mismo. Así que aprovecho para confesarme.

Confieso que creí haber soltado amarras y estaba más amarrado que nunca a la seguridad, a la comodidad. Ha hecho falta alguien que me conoce bien y que me quiere de una forma muy especial para recordarme que me estoy volviendo un hombre gris. Uno de esos hombres de gris que recorrían las calles del libro de Michael Ende. O siguiendo con este autor de adolescencia, me estoy acercando peligrosamente a “la Nada” de su historia interminable, y me expongo cada vez más a ser engullido por ella. Ahora me toca romper con la mediocridad, con mi vida fácil. Pasar página. Poner un punto y aparte. Saltar. Espero no quedarme en las palabras una vez más.

¿Qué más puedo pedir?

Se marchó la joven coqueta para siempre. Si tuviera que responder a la pregunta de quién me enseñó a amar, contestaría sin dudar que fueron mi madre y ella las responsables. Ternura sin límites de una mujer como tantas sostén de una familia numerosa durante la postguerra. Una vida de trabajo y sacrificio no dejó en ella espacio para la queja ni el rencor. Sólo había lugar para afecto, sonrisas y esa pizca de sobreactuada coquetería que la caracterizaba. Se fue sin molestar, repartiendo besos y abrazos robados a la muerte. Cuando le dijimos adiós, afloraron lágrimas y risas a partes iguales. Los tres últimos en marcharnos vimos nuestro abrazo reflejado en un cristal, y ella no estaba ya detrás de ese cristal: estaba dentro de nosotros. Siempre lo ha estado. Descubrirlo me ha llenado de dicha: después de irse ha obrado esa magia de dejarnos serenidad junto a la tristeza, firmeza junto a la pérdida, plenitud junto al vacío, sonrisa junto al pesar. Existiendo nos ha hecho grandes. Capaces de amar y ser amados. ¿Qué más puedo pedir?

Un lama entre nosotros

Según informa hoy El Mundo, Osel, el niño lama granadino, vive en Madrid entre nosotros. Recuerdo perfectamente cuando la prensa hizo público que un niño de 2 años había sido identificado como la reencarnación del venerable lama Thubten Yeshe, que murió en California en 1984, algo que suscitó mi interés y curiosidad. El destino del niño, nacido en el seno de nuestra cultura, pero en una familia budista, estaba ya escrito. O no.

A los ocho años pidió socorro a su madre para que fuera a por él al monasterio feudal de Sera, en la India. A los 9 negoció en Londres las condiciones en las que permanecería en el monasterio. Hace dos años colgó los hábitos. Hoy tiene 24 y estudia cine en Madrid. Dicen que su escisión interior simboliza la fractura entre Oriente y Occidente.

Osel ha dicho que "está creando su propio mundo" y que "no quiere renunciar a su época". Es un enigma incluso para él si volverá no a ejercer de lama.

Su vida y su ejercicio de libertad suscitan muchas preguntas. ¿Cómo puede haberse colado en su historia la semilla de la rebeldía? ¿Será el efecto de la globalización, lo que permite ser capaz de salir y ver más allá de la propia cultura en la que uno ha sido educado? ¿Es ya imposible vivir una doctrina de forma "pura", sin contaminación exterior? ¿O es justamente eso lo que necesita una doctrina para mantenerse viva? ¿Es una señal de esperanza que anuncia el fin de las sociedades totalitarias donde no era posible el pensamiento crítico?

Por otro lado, sorprende esa visión del budismo... una religión que tiene tan buena prensa, y sin embargo la experiencia de la que habla es la de una vida robada, castrada, condenado a interpretar un papel, una vida casi de esclavitud... Sin embargo, también es esta religión una de las que permiten mayores cotas de libertad al individuo. Hasta el punto de que su filosofía =no sabemos hasta qué punto su práctica= propugna la capacidad de elección de cada uno.

Deseando estamos ver su conflicto interior plasmado en las películas que haga para reflexionar juntos.

Aquí cuentan su historia