Hoy no es un día cualquiera, es un día de sumar años, un buen momento para mirar hacia adelante, y lo que veo es un viaje que ilusiona y que asusta, un tren que está partiendo, un nuevo libro por escribir, nuevas posibilidades del ser por construir, en definitiva, una nueva oportunidad que me ofrece la vida. Este viaje tiene muchos aspectos positivos, pero uno de los que más me gustan es poder compartirlo con Bet. Para ella estas palabras de
Eduardo García publicadas en su libro "Vida nueva".
INVITACIÓN AL VIAJE
Lo más urgente es encontrar
un charco de agua clara
en donde se reflejen nuestros rasgos.
Una vez comprobada la suma transparencia,
su textura de imagen tocada por la gracia,
conviene aproximarse con sigilo
para no despertar sospecha alguna.
Observando la orilla
con la mirada limpia de temor
es preciso entregar el alma en la tarea
de vislumbrar el límite del agua,
la piel en que reposa.
Se despegan entonces los bordes con cuidado
empujando hacia arriba con una mano en tierra.
Cuando el charco esté listo bastará incorporarse,
dar un tirón en seco, vertical,
para abrir la trampilla de las aguas.
Para evitar intrusos
hay que dejar caer durante el salto
con delicada precisión
el charco en su abertura.
Nada impide al viajero
fugarse por el hueco hacia otra parte.
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