¡Esto es ritmo!
Este fin de semana ha resultado un tanto extraño tras cambiar los planes de un viaje programado in extremis por unos días dedicados al descanso. Finalmente tanto descanso había dado pie a una inesperada sensación de vacío que involuntariamente conseguí trasladar a mi entorno más inmediato. Afortunadamente, en el último momento, una hermosa película me ha salvado de cerrar de forma tan penosa el triste domingo (por aburrido, por domingo y por la victoria electoral de la derecha en mi ciudad y comunidad), y he podido remontar la minicrisis de gobierno interior que estaba albergando. He de decir que en el ambiente también flotaba la apatía que conlleva la inercia de la inactividad, además de ciertos miedos e inhibiciones relacionados con un proyecto ¿empresarial? que amenaza con sacar a flote mi lado más emprendedor, ese que quizás yo no permita aflorar por temor a acabar pareciéndome a mi padre más de lo que en principio desearía...
Rithm is it! es un documental alemán estrenado en 2004 y dirigido por Thomas Grube y Enrique Sánchez Lansch, que narra la aventura de montar un espectáculo de danza a cargo de 250 niños y adolescentes ajenos al mundo de la música y el baile. La interpretación de la partitura corre a cargo nada menos que de la Filarmónica de Berlín, que con su director Sir Simon Rattle, abandera este proyecto pedagógico sin igual. La obra en cuestión es “La consagración de la primavera”, de Stravisnky, y he de confesar que a pesar de mi prevención ante este autor difícil para un aficionado reciente como yo, me ha arrebatado y dejado sin respiración (aunque no olvidemos quién la intepretaba y dirigía, por supuesto). La factura del documental es impecable (últimamente estoy teniendo bastante suerte con este género en el cine, del último que vi hablé aquí también, Las alas de la vida), y además de la belleza de la música y de la producción artística de la que nos dejan al final de la peli con la miel en los labios, pues sólo nos permiten ver unos minutos del ballet, el documental es mucho más que una apología de la música y la creación artística. Con tres historias escogidas, en menos de dos horas son capaces de hacernos sentir muy cerca de los jóvenes protagonistas, y profundizar en cuestiones como el esfuerzo y la disciplina necesarios para alcanzar las metas en la vida, la necesidad de este esfuerzo y la consiguiente superación personal para alejarnos de la alienación y el desencanto, los temores e inseguridades que todos albergamos cuando nos ponemos a ello... Cuestiones que ya están inventadas y abordadas desde hace mucho, pero que de la mano del coreógrafo Royston Maldoom y de su extraordinaria lucidez, se actualizan y cobran sentido en nuestro mundo de hoy. Nada que ver con el tratamiento superficial de estos temas que nos llega de las Operaciones Triunfo y sus secuelas. Aquí nos hablan de la Vida, de la experiencia, desde la perspectiva de alguien que ha vivido y ha sufrido y seguro habrá atravesado sus propias travesías del desierto, alguien que sabe ver en el alma de esos jóvenes que aún no creen en sí mismos y es capaz ayudarles a sacar lo mejor de ellos, y quien sabe si de producir en ellos una verdadera transformación interior.
Inolvidable también ese Simon Rattle que nos advierte lo importante que es para el hombre de hoy crear esos espacios que den a luz personas creativas, hacer sitio a los “raros” que se apartan del camino de la mayoría en lugar de practicar la obediencia ciega, porque ellos son los que nos van a sacar de este callejón sin salida en el que nos estamos metiendo. Y por supuesto, quién no se sumaría a la forma en que se atreve a reivindicar la música... “La música no es un lujo, es una necesidad, como el aire que respiramos, como el agua que bebemos”.