Vals con Bashir, dirigida por Ari Folman, es un necesario alegato pacifista que podemos encontrar actualmente en la cartelera. He retrasado unas semanas el momento de ir a verla temiendo que lo que encontrara fuera demasiado difícil de digerir. Sin embargo, la experiencia ha merecido la pena y confieso que, a pesar de no callar nada que no debiera, consigue dosificar el mensaje adecuadamente de forma que finalmente la película resulta bastante llevadera. En primer lugar considero destacable el hecho de que esté firmada por un israelí, lo que me ha llenado de esperanza, aunque la principal denuncia haga referencia a una matanza de hace más de 20 años (
Sabra y Chatila) perpetrada por otro ejército aunque con el consentimiento y apoyo logístico de los sionistas (y considerados como responsables indirectos de la matanza). Se trata de un documental de animación, lo cual, a pesar de lo que se podría esperar, no resta realismo, y añade creatividad y profundidad al resultado, y la posibilidad de acceder sin rodeos a las emociones y el subconsciente del narrador. Los soldados son retratados desde dentro en su tragedia personal y absolutamente exentos de idealismo. La guerra al desnudo tal como hoy está aconteciendo en los territorios palestinos, en Irak, en Chechenia, en la selva colombiana o en el África Subsahariana. El holocausto no ha acabado, sin la memoria viva de lo que ha ocurrido no hay nada que hacer para detenerlo, ni para honrar a las víctimas, ni para que los verdugos puedan redimirse, ni para lograr que no se repita. Lamentablemente suena todo tan manido, tan cercano y familiar...
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