domingo, 16 de marzo de 2008

Vista cansada


Así se llama el último libro de Luis García Montero, aquel a quien descubrí en Granada durante mis años de estudiante a finales de los 80. Su Diario Cómplice me acompañó y se convirtió en la universidad de mis emociones.

Rojo temblor de frenos por la noche,
así sueño el amor, así recuerdo (...)


Con él aprendí a sentir y poner nombre a mis anhelos. Le escuché leer sus versos muchas veces en recitales públicos, la mayoría de veces para conmemorar causas perdidas, abriendo entonces una puerta que ya nunca se cerraría. La poesía se convirtió entonces en algo tangible, la vida y la poesía eran ya la misma cosa, la ciudad era toda ella una metáfora y sus luces y sus sombras se transformaron en señales de algo mucho menos obvio.

Sospechan de nosotros. Ha pasado
el primer autobús, y nos sorprende
en el lugar del crimen,
desatados los cuellos y las manos
a punto de morir, abandonándose
Nos da el alto la luz,
sentimos su revólver por la espalda,
demasiado indeciso,
su temblor en nosotros, encubierto
bajo el pequeño bosque de las sábanas.

¡Corre!
¡Coge el amor y corre cuerpo adentro!
Hay un desfiladero sin leyes en los labios,
un laberinto ardiendo de salidas.
Mira tu corazón o tu cintura,
ese castillo en alto
que mis muslos coronan como un lago de niebla.

¡Corre!
Atiende sólo al viento de la piel
pasando y regresando.
Y que suenen las ráfagas,
que suenen los disparos,
que las sirenas suenen a tu espalda.


Este poema me evoca los mejores momentos de los Sonetos del Amor Oscuro, revividos y actualizados en pleno centro de la ciudad en la que vivo. No en vano, es hijo de Lorca, pero también de Alberti y de Gil de Biedma, y nieto de Rimbaud y Baudelaire. Nunca le he sido infiel desde que le conocí (en el sentido en que yo entiendo la infidelidad, claro está, que no es el estándar). Ahora renueva su compromiso con la vida, con la literatura, con lo social, en este nuevo libro y sigue siendo él mismo, igual de joven, igual de fresco y cercano, igual de claro y de profundo, aunque esté presto a cumplir el medio siglo.

He hablado con la muerte por teléfono
y he recibido e-mails de amor que se borraron
sin dejar una lágrima de papel amarillo.
Nadie olvide los tiempos, pero nadie se engañe:
al final sólo importan el amor y la muerte.


Aunque no soy filólogo ni experto, mi intuición de lector me está diciendo que el uso de un lenguaje rabiosamente moderno no le hace perder un ápice de rigor, de perfección estética, de profundidad en la reflexión sobre los temas de siempre. Esta autobiografía cargada de guiños a sus amigos, lugares y seres queridos, viene cargada de perlas escondidas entre los pliegues de sus versos, de páginas como las de un libro de esos para niños que al abrirlas extienden un castillo sobre nuestras manos. Confieso que estoy ansioso por devorarlo y degustarlo.

Entrevista en El País
Crítica de "Vista Cansada" por J.C. Mainer

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1 comentarios:

A las lunes, marzo 17, 2008 1:33:00 a. m. , Blogger senses and nonsenses ha dicho...

sólo conozco algunos poemas, pero ya le quiero sólo porque le quiere almudena... y ella está muy feliz, y oronda... qué suerte haber estudiado en granada, cabrón. y en tu época de estudiante. joer, qué bien!
me gusta mucho cuando montero habla de la poesía como el espacio donde dialoga la conciencia del autor y la del lector.

un abrazo.

 

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