Buenos días fantasma, hasta siempre
Siguiendo los sabios consejos de mis amigos blogueros he decidido optar por convivir a partir de ahora con mi fantasma. Ya tiene su silla reservada en la mesa a la hora del desayuno en las comidas, su lugar en el sofá o su sitio en los momentos de ocio y esparcimiento. A partir de ahora tiene vía libre para rondar y observar en la distancia o en la cercanía y en el momento menos oportuno o deseado. Abierta la celda del fantasma, sólo le queda merodear y ensombrecer a voluntad momentos y espacios. Acepto el precio. Acepto las sombras en mi vida. Acepto el dolor que rezuma el recuerdo. Asumo el pellizco de este momento al evocar el recuerdo.
Y en cuanto a la persona que ha engendrado el fantasma, quiero despedirla.
Si lo pienso bien, aún no había encontrado (o buscado) el momento para ello. Para hacer balance de alegrías y tristezas, de confianzas y desengaños, de abrazos, lágrimas y desencuentros. Esta fue una amistad que el azar hizo posible y ambos nos empeñamos en consolidar. Durante varios años apostamos por el uno por el otro. Llegado un momento, tú decidiste dejar de apostar por mí. Decidiste comunicármelo abiertamente y cerrar la puerta de un portazo. Sufrí una conmoción. Ahora miro atrás y encuentro sobre todo entusiasmos y alegrías compartidas, también momentos intensos. Diseccionamos juntos muchos problemas, no en vano nos conocimos cuando agonizaban nuestras respectivas relaciones de pareja. Vivimos juntos momentos de retorno a la vida, a la ilusión, a la libertad. Un mundo de posibilidades se abría ante nosotros, y yo sentía que juntos las disfrutábamos doblemente. De repente alguien me regalaba la posibilidad de dar un giro a las situaciones habituales, de profundizar como nunca había hecho en los sucesos más triviales, de dar el máximo de mí en las reflexiones sobre la vida y en los momentos más frívolos. Eras un huracán y a la vez tu presencia hacía que todo lo que tocabas adquiera un brillo desconocido, una disposición especial, un orden nuevo. Desde tu experiencia, me descubrías puntos de vista a los que yo no había llegado todavía, estimulabas mi curiosidad vital y despertabas mi entusiasmo. Sólo a veces me sentía desbordado, aplastado por tu iniciativa o invadido. No juzgué que tuvieras conflictos con personas queridas por mí con las que yo te había puesto en contacto. Respetaba la libertad de cada uno y el espacio de las relaciones como algo personal.
Aunque suene un poco a poema de Neruda, ahora sé que llegué a quererte. Lo supe cuando empecé a notar que te perdía. Aprendí mucho de ti. Me regalaste tanta energía, tanto entusiasmo, tanta vida... Ahora que soy capaz de recordar todo esto siento el dolor de la pérdida. Tu inesperada partida de mi vida había ensombrecido todo lo positivo. Y no quiero olvidarlo. No quiero olvidar lo que te debo y lo que te agradezco, aunque tampoco olvido el dolor. No quiero olvidar la piel, la música, el mar, los jardines, tantas conversaciones... No, no me arrepiento de haberte conocido, muy al contrario.
En un momento dado, lo que yo creí un elemento extraño irrumpió en nuestra red de relaciones y tú tomaste partido, mucho antes de que yo lo supiera. Me hicisteis daño donde más me dolería, en la persona a la que amo, de una forma tan retorcida e inmadura que aún no acabo de entenderlo. No sé si esperabais que yo me mantuviera imparcial. Esa no es la vida. No quisisteis ver la realidad más que desde vuestro punto de vista, aunque no es nada fácil lo contrario. Al final una explosión que hizo saltar en pedazos toda la red. Quiero pensar que vuestra complicidad estaba exenta de intereses.
Lo peor, el desgarro de la ruptura inesperada. Nunca te imaginé capaz de ser tan cruel. Nunca pensé que se pudiera segar de esta forma una amistad. Fue como sacar un pez del agua, llevar un pájaro lejos de la atmósfera, arrancar una planta de la tierra. Nuestra amistad murió de asfixia. Mi corazón encogido aún se pregunta por qué. Ahora te digo adiós. Hasta siempre. Es una muerte en vida. Muere para mí tu mundo, tu complejo universo, tu rotunda sonrisa, el huracán, el color. Si nos encontramos, seremos otros. Es posible que volvamos a encontrarnos. De hecho ya ha pasado. Pero ya lo he aceptado. La persona que encontraré, será otra. Hasta siempre a la que fuiste. Hasta siempre.
8 comentarios:
Nunca he entendido que tras un intenso amor cuando este se apaga llegue a convertirse en odio. Y menos aún, que una profunda amistad pueda estropearse hasta límites insospechados.
Me pone triste. Probablemente porque a lo largo de mi vida he despedido ya a demasiadas personas y dado la bienvenida a otros tantos fantasmas. Unos duran mas que otros a tu alrededor, eso sí.
Por contra no dejan de aparecer a tu vera nueva gente, y eso a parte de consolarte, siempre te da esperanzas.
Un abrazo.
habrá que darle la bienvenida al fantasma... y también a tu maravillosa lucidez... que te permite que te permite mirar hacia el pasado con esa valentía... así que a partir de ahora... según el humor que tengas... a sacar de paseo al fantasma de los cojones o a echarle un pokito de mierda según te colma en el recuerdo...
un beso y ánimo..
Enis: yo tampoco acabo de entenderlo, pero ocurre :(
Y afortunadamente, como dices, también ocurre que por el camino vas encontrando gente que te devuelve la esperanza, la ilusión, la sonrisa.
Ekiots: gracias por tus palabras... me transmiten serenidad y seguridad en este a veces difícil camino de la vida... besos!
En una de éstas el fantasma también se irá con él.
Me alegra ver cómo te quedas con lo bueno de esa amistad aunque te haya llegado a hacer daño... poca gente es así
Un besazo grande guapo
Pues sí, hasta yo mismo me he sorprendido al escribirlo de lo que ha salido... supongo que es un proceso y al final estoy llegando a integrarlo con serenidad... no ha sido fácil!
Un abrazo y gracias por el comentario
Ya tengo nuevo blog. Pincha sobre mi nombre.
Besos.
Todo es dejar, poco a poco, de echarle cuenta al fantasma para que este se vaya haciendo cada vez más y más invisible. Eso si, hay que estar siempre alerta, porque a veces vuelven sin venir a cuento, sin permiso, y nos dejan palidos, blancos... El tiempo todo lo cura. Curate tu mucho.
Un beso fuerte :D
Sí, pero el tiempo cura cuando tú te trabajas los temas. Yo estoy en ello. Estoy seguro que el fantasma me pillará desprevenido antes antes o después, pero estoy preparándome para ello.
Un abrazo, guapo!
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