lunes, 11 de agosto de 2008

De vuelta



Lejos queda ya la noche en que vibré con la armónica de Dylan. No podía creer que tuviera ahí delante al mito, cantando clásicos como “Just like a woman” o “Like a rolling stone”. Lo de menos era la feria en mitad de la cual habían programado el concierto. El “RockinRio” resultó ser un parque de atracciones para mayores con césped artificial, tirolina y pista de nieve artificial. Capitalismo al desnudo: nada que ver con el espíritu de los conciertos colectivos de los años 60. Aún así conseguir disfrutar de Dylan, que se mantuvo dignamente al margen del circo de luces, pantallas gigantes y pelotitas con publicidad rodando sobre las cabezas de la gente. La compañía, inmejorable: Nat, Cristina, Marilena y Andrea, me mimaron hasta la saciedad y me encantó tenerlos a mi lado. Un perfecto inicio de unas vacaciones especiales, porque espero que supongan un momento de cambio en lo laboral y porque probablemente antecedan a un año de mucho trabajo pero también de mucha ilusión puesta en nuevos proyectos.

Después volamos a la Puglia (o Apulia, en español), en el tacón de la bota italiana, que nos recibió con los brazos abiertos y nos deleitamos con la contemplación de sus paisajes y sus atractivos habitantes (no menos que los del resto de Italia), saboreando su gastronomía, visitando sus iglesias y catedrales románicas (Bari, Bitonto, Troia, Molfetta, Barletta) y los lugares barrocos (Lecce, Martina Franca, Gallipolli...). A un lado el mar Adriático, al otro el Jónico, cruzamos llanuras y montañas para perdernos en medio de ese azul turquesa tan intenso y único. Visitamos los lugares donde los cruzados peregrinaban para despedirse antes de marchar a su aventura, también castillos, criptas, iglesias rupestres... Durante unas horas cambiamos de región para visitar Matera, un lugar desolado e inquietante elegido por Passolini para rodar “La pasión según San Mateo”, que nos fascinó con su belleza desnuda y decadente, atemporal, miserable, construida a partir de la piedra y la tierra desnudas, a partir de cuevas y laderas que marcaban la arquitectura de la ciudad. Italia es un lugar donde cohabitan el orden y el caos, pero siempre con el telón de fondo de la belleza. La huella del milenario culto a la estética la encontramos allí tanto en las imponentes iglesias románicas, o en los palacios barrocos, como en la disposición de los puestos de verduras o en la elegancia de sus habitantes.

Aunque éramos ya conocedores, nos resultó curioso comprobar sobre el terreno hasta qué punto la estructura social ha evolucionado poco (curiosamente muchos de los más progresistas, entre ellos muchos gays, tienen a España como referente y nos miran con cierta envidia). Las plazas de los pueblos ocupadas por los hombres mientras probablemente las mujeres adecentaban la casa o cocinaban, los abuelos asomados a los balcones o sentados a las puertas de los bares o las viviendas, la mojigatería y la influencia de la iglesia en la moral, la devoción a los santos y beatos... nos recordaron a una España de hace al menos 30 años (o 50, según dijo mi madre al ver las fotografías). Abundan en el sur de Italia las hornacinas para santos que los vecinos colocan en las calles estrechas, bajo los arcos o en las esquinas. Adornadas con estrellitas plateadas sobre fondo azul, flores de plástico, falditas de tela, e iluminadas por bombillas de bajo consumo o tubos fluorescentes, estos pequeños monumentos muestran la religiosidad popular desde una estética kistch y naïf. Casi siempre con velas encendidas, a veces con la foto de un niño muerto para que dios lo guarde en su gloria, evidencian que estamos en un lugar decididamente menos laico que nuestro país. Pareciera que incluso en el sur de España, donde perviven expresiones populares muy multitudinarias de la religión como la Semana Santa o las romerías, la religiosidad fuese más laica y autónoma que la italiana.
Lo mejor del viaje: volver a sentirnos viajeros y no turistas. Poder recorrer pueblos y ciudades que no han muerto de gloria y todavía no se han convertido en decorados. Espacios vivos y auténticos donde uno se siente parte del lugar y no visitante de ese gran parque temático en que estamos convirtiendo todo. Así que Italia nos sedujo una vez más con la simpatía y el encanto de sus habitantes, su buen vivir, su patrimonio artístico por doquier... Un lugar al que siempre hay que volver.

Os dejo algunas imágenes...

Barriendo la escalera de la Basilica de San Martino en Martina Franca


Trabajando en Martina Franca


Callejeando en Martina Franca


Casa en Monopoli


Altar en una calle de Monopoli


Detalle de un palacio en Lecce


El Adriático visto desde Otranto


Motocarro


Playa de Gallipoli


Panorámica de Matera


Tertulia a la intemperie I


Tertulia a la intemperie II


Lido (playa privada) en el Gargano


Detalle de las puertas de bronce de la catedral de Troia


Puesto de verdura en una calle de Bari


Portal de una casa en Bari


Hornacina con santo

3 comentarios:

A las martes, agosto 12, 2008 12:21:00 p. m. , Blogger Martini ha dicho...

Preciosas las fotos!!

 
A las jueves, agosto 14, 2008 12:06:00 a. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

Hola, te felicito por tu blog y te espero en el mío.

www.unhombrefrentealespejo.blogspot.com

Saludos.

Reg.

 
A las viernes, agosto 22, 2008 3:19:00 p. m. , Blogger Antinoo Libre ha dicho...

Gracias Martini!
Un abrazo

Reg,
Bienvenido!
Nos veremos por aquí o por allí!

 

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