martes, 28 de agosto de 2007

La tristeza durará siempre



Sobrecogido todavía por la huella que dejó Van Gogh en sus dos últimos meses de vida plasmada en las pinturas de Auvers-sur-Oise en 1890 (y de la que podéis visitar en el Museo Thyssen una interesante muestra), y por esas últimas palabras pronunciadas antes de morir después de haberse disparado: “La tristeza durará siempre”.

Nos empeñamos cada día en alejar la tristeza y la soledad de nuestras vidas como si ello fuera posible. Sin embargo es como el poso del café: ahí abajo, si nos atrevemos a mirar, anida ese fondo de profunda tristeza y extrema soledad que nos acompañará siempre. Tristeza que alimentan las inevitables pérdidas y los ineludibles sufrimientos que nos causan los seres amados (o no tan amados). Soledad que conseguimos alejar sólo momentáneamente y que permanecerá hasta el final. La mayor fortuna es despertar cada día con alguien que nos hace reír y sonreír, que nos ha acostumbrado a sentirnos acompañados, y sin embargo, a la vuelta de la esquina siempre acecha la terrible pregunta: ¿durante cuánto tiempo? Esta reflexión no me lleva a disfrutar menos del presente y de los regalos con los que la vida me agasaja. Sin embargo no quiero engañarme. No soy el primero ni el último en ser consciente de ello. Van Gogh, a través de esos campos de trigo, y esos bosques o jardines que a otros podían haberles evocado libertad o serenidad, plasmó ese tormento y esa prisión interior desde la que cualquier otro ser humano era percibido como inalcanzable, donde los espacios abiertos sugieren la extensión inabarcable de esa soledad infinita, para la que no hay límites ni huida posible, porque la llevamos dentro.



El único antídoto me lo sugieren las palabras de Natalia Ginzburg, que después de haber vivido una guerra y haberlo contado sabía bien de lo que hablaba.

"Y transcurrió algún tiempo antes de que cada uno volviese a tomar sobre sus hombros el propio trabajo y aceptase su peso, la fatiga cotidiana y su cotidiana soledad, que es el único medio que tenemos de participar en la vida del prójimo, perdido y oprimido en una soledad igual"

Natalia Ginzburg
Léxico Familiar


Para más información sobre las pinturas de Auvers-sur-Oise (1890) podéis visitar la Exposición de Van Gogh en el Museo Thyssen (hasta el 16 de septiembre de 2007)o la web del Museo Van Gogh de Ámsterdam.

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4 comentarios:

A las miércoles, agosto 29, 2007 1:20:00 p. m. , Blogger Martini ha dicho...

Me ha gustado mucho tu perspectiva... La cuestión es no dejarse vencer por ella del todo y disfrutar del presente que nos regala la vida.

Un beso, con tu permiso.

 
A las jueves, agosto 30, 2007 11:55:00 a. m. , Blogger NaT ha dicho...

Nunca me gustó mucho Van Gogh, pero siempre está bien verlo desde la perspectiva de otra persona; ahora lo veo diferente y es que la tristeza tiene muchas caras y no sólo la que siempre estamos dispuestos a mostrar.
Espero que la tristeza nunca te abarque a ti del todo, ni que congele esa sonrisa que tanto me gusta.
Un besote alegre.
P.D. el otro día estuve viendo lo del concurso de huesos de aceituna, jajajajajajaja ¿deporte nacional?

 
A las jueves, agosto 30, 2007 2:38:00 p. m. , Blogger senses and nonsenses ha dicho...

Solo, siempre solos, inevitablemete.
Sólo en soledad.

La cita es maravillosa.
un abrazo.

 
A las jueves, agosto 30, 2007 6:52:00 p. m. , Blogger Antinoo Libre ha dicho...

Mart-ini,
Al menos intentarlo...
otro beso!

Nat,
Sabes que además de la tristeza albergo otros muchos sentimientos, y claro, ya sabes que para la alegría aquí hay mucho espacio!
Oye, no cuentes lo de las aceitunas, que desprestigias la imagen que me estoy labrando en la blogosfera!!!! ;)

Senses,
solos ante la vida y ante muerte...
Me alegro de que te haya gustado,
y me alegro también verte por aquí.
Abrazos!

 

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