jueves, 2 de agosto de 2007

Besos literarios (I)


- Sigue hablando, por favor- pidió Fusako, y entonces él supo que estaría bien besarla. El suave e inflamado juego de sus labios cambiaba levemente en cada contacto, en cada apretado intermedio, mientras recodo a recodo se derramaban mutuamente llenos de luz, hilando en una sola fibra luminosa toda la suavidad y toda la dulzura. Los hombros bajo sus ásperas manos eran ahora más reales que cualquier sueño.

Como un insecto que plegara sus alas, Fusako bajó sus largas pestañas. Ryuji pensó que aquella felicidad era capaz de volver loco a cualquier hombre. Era una felicidad que se resistía a ser descrita. Al principio, el aliento de Fusako parecía remontarse desde algún lugar del pecho, pero su olor y calor fueron cambiando gradualmente hasta que Ryuji llegó a pensar que le nacía de algún abismo insondable de sí misma. El fuego que inflamaba su aliento era también distinto.

Se aferraron uno a otro, confrontándose con frenéticos y torpes movimientos, como fieras que en la selva embisten contra un cerco de fuego. Los labios de Fusako se dulcificaron y se hicieron más suaves; Ryuji habría muerto dichoso en aquel mismo momento, y sólo advirtió que eran dos cuerpos sólidos y distintos cuando riendo para sí, sintió que los extremos de sus dos narices se rozaban.

(...)

El largo beso los sumergió en íntimas y sensuales oleadas. Fusako sólo fue consciente de la partida del día próximo. Acariciando las mejillas de Ryuji, las calientes superficies de laca de su rostro afeitado, aspirando el olor de la carne que ascendía de su agitado pecho, Fusako sintió que cada nervio del cuerpo del marino le gritaba su adiós. El apretado, furioso abrazo de Ryuji expresaba su deseo desesperado de afirmar que ella era real y que en verdad estaba con él.

Para Ryuji el beso era la muerte, la misma muerte en el amor con que siempre había soñado. La suavidad de sus labios; su boca, tan roja en la oscuridad que él podía verla con los ojos cerrados, tan infinitamente húmeda como un mar tibio de coral; su infatigable lengua estremeciéndose como hierba marina... En el oscuro delirio de estas cosas había algo directamente ligado a la muerte. Era perfectamente consciente de que habría de abandonarla al día siguiente, pero estaba dispuesto a morir gustosamente por ella. La muerte despertó en su interior y se agitó.


Yukio Mishima
El marino que perdió la gracia del mar

Estos dos besos magistralmente descritos por Mishima, entre otros pasajes del libro, me han devuelto a esa experiencia adolescente de dejarse conmover por una obra literaria característica de cuando uno está empezando a descubrir la literatura con mayúsculas. Mi reciente convicción de no perder el tiempo con autores que no tengan un mínimo de calidad, me ha devuelto a Mishima, de quien ya había leído alguna obra, y que para mí suponía un valor seguro. El japonés escribió este libro en 1963, y consiguió imprimirle un ritmo que a mí personalmente me está subyugando a través de unos personajes que oscilan de la aparente insensibilidad más absoluta a la conmoción sutil fruto de afiladas y escogidas palabras que como un dardo te atraviesan inesperadamente. Mishima se recrea en los besos para plasmar el encuentro más íntimo ente dos personajes que hasta hace nada eran dos extraños, dos soledades que al encontrarse y levantar sus barreras se encuentran con emociones tan intensas que les acercan los abismos de la muerte y la nada. Aunque Bataille ya se anticipó relacionando la muerte y el erotismo, la idea de conectar el beso con la conciencia de la muerte me parece aún más atrevida, el beso es el todo y la nada, es la plenitud y la pérdida... antes del orgasmo está el beso, con él perdemos momentáneamente la conciencia de la existencia, se altera la noción del paso del tiempo, y rozamos fugazmente la felicidad, la plenitud, la identificación con el otro.

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5 comentarios:

A las jueves, agosto 02, 2007 11:21:00 a. m. , Blogger Martini ha dicho...

Casi he podido sentir yo el beso...

 
A las viernes, agosto 03, 2007 7:32:00 p. m. , Blogger Azul_oscuro ha dicho...

besos, besos, encuentros, roces...sensaciones...
Literatura evocadora a momentos vividos...o quizás solo soñados...pero evocadores al fin y al cabo. Bonito, si, bonito y sensorial.
mua!(este es sonoro) :-)

 
A las sábado, agosto 04, 2007 5:42:00 a. m. , Blogger AnCris ha dicho...

Desmayarse en un beso... un recuerdo que jamás puede olvidarse y que te transporta invariablemente a una sensación única... un beso entregado con amor...

Bellisimo

 
A las martes, agosto 07, 2007 6:11:00 p. m. , Blogger senses and nonsenses ha dicho...

qué grande mishima y que grande tú hablando así de un beso.
...y qué ganas me han entrado de besar así, hasta fundirme con el otro.

un beso.

 
A las martes, agosto 28, 2007 10:13:00 p. m. , Blogger Antinoo Libre ha dicho...

Mart-ini, Azul, Ana,
Me alegra haberos evocado todo eso...
Senses,
...pues a besar se ha dicho! ;)

más besos para todos/as!

 

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