domingo, 25 de enero de 2009

química





















¿De qué depende la atracción entre dos personas? Independientemente de lo bien rodeado que uno viva, surgen los sentimientos de atracción cuando menos lo esperamos. Obviamente no tiene que ver con los horóscopos ni con las feromonas, al menos yo no creo en estas explicaciones a las que es tan fácil recurrir. Dos momentos vitales que se encuentran en un instante concreto y se contemplan. El espejo del otro nos devuelve nuestro estado de ánimo. Una mirada basta para experimentar la seducción. Una sonrisa es suficiente para desear seguir mirando y siendo observado. Es esa forma única de mirar o sonreír de alguien que está hablando nuestro mismo idioma algo que nos atrae irremediablemente. No es un rasgo concreto de su fisonomía, aunque esté presente en la atracción, sino el conjunto de la persona lo que capta nuestro interés. Son las palabras y el discurso, es la progresiva cercanía física y emocional, es la compatibilidad de una y otra piel, de olores y de colores ideológicos y humanos. No se trata de flirtear, sino de acercarse o de encontrarse, a veces sin buscarlo intencionadamente. Iguales u opuestos, o una combinación de elementos equivalentes o antagónicos, la fórmula de la atracción es un misterio. Surge, se despliega, se siente, y deja su estela que nos acompaña horas, días, a veces meses...

La atracción no es algo en absoluto racional. No obedece a estar solo o acompañado. La atracción casi nunca piensa en lo que nos conviene. Las más de las veces, ignora ideologías, convenciones y prioridades. Nos remueve interiormente y nos hace sentirnos vivos. Nos hace sentirnos parte de una compleja red humana. La atracción no siempre es correspondida, aunque uno casi siempre lo espera y a veces lo teme. La atracción no siempre tiene que llevar a nada más, aunque a veces uno no puede evitar desearlo o lo olvida. La atracción exige roce físico y personal. Algo dentro de nosotros nos pide permanecer cerca del otro, y hacer lo posible para que el otro permanezca. La atracción invita al reencuentro, a explorar lo que hay detrás, a ahondar en el otro. La atracción a veces lleva a la decepción, y otras a la obsesión. Cuando la atracción se transforma en obsesión, algo se tambalea. Afortunadamente esa obsesión suele ser pasajera la mayoría de las veces. La realidad o la vida nos ayudan a dejarla atrás. Otras veces nos arrastra y le permitimos que nos ponga en evidencia. Nos rendimos a ella y le dejamos que juegue con nosotros. Entonces la atracción se vuelve tirana, caprichosa, nos zarandea y nos pierde.

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3 comentarios:

A las jueves, enero 29, 2009 12:09:00 a. m. , Blogger senses and nonsenses ha dicho...

quién lo sabe?
mucha física, y con alguien llegará la química...
me lo repito a mí mismo.

un abrazo.

 
A las sábado, febrero 07, 2009 11:28:00 p. m. , Blogger Sólo quería mirar qué estabas haciendo ha dicho...

¡Es todo tan complicado! ¿o lo hacemos así nosotros?

 
A las lunes, febrero 09, 2009 12:53:00 a. m. , Blogger Antinoo Libre ha dicho...

Senses,
Me parece una estupenda táctica... y sobre todo práctica ;)
Abrazos!

Sólo quería...,
El mundo de las relaciones personales es el más complicado, no me cabe duda. Además a veces, nos encargamos de complicarlo más todavía...

 

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