Galicia
Galicia nos recibió con cara lavada y brazos abiertos y luz, mucha luz. Amaneció y un paño de sol cubrió los prados. Costaba trabajar con el paraíso al otro lado del cristal. Caras de sorpresa en los alumnos (algunos) y puertas que abrimos (creemos). La tregua climatológica se mantuvo durante todo el fin de semana y aún quedó sol para el paseo merecido tras el trabajo. Ejercimos de turistas y Bet caminó descalza sobre la hierba.
El río nos reflejaba y en él vertimos anhelos, risas, confidencias. Alimentamos nuestros sentidos de historia y manjares. Los de allí nos contaron su sueño hecho realidad y después contemplamos los juguetes de la abuela y de mi infancia: el cine Exín, Anatomía Humana y el tresillo hecho con pinzas de la ropa.
La tortilla más amarilla y el queso más cremoso, el pulpo más tierno y el chef más seductor. Galicia nos conquistó y recogimos el premio tras el trabajo y el miedo escénico. Propósito de aprender más teatro para las tablas de la vida y deseos de volver pronto, la próxima vez, si es posible, a convivir con el gris, con la otra cara, y a pisar de nuevo la hierba como cuando niños y seguir sonriéndonos.
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