lunes, 26 de marzo de 2007

Afectos

Tan necesarios para mí como el oxígeno. Tanto que me estoy planteando qué clase de dependencia es la que padezco. No me basta con poco. Quiero todo el amor del mundo. Tanto como soy capaz de dar. Libero pensamientos que quedan flotando tras de mí como cometas flotando allí arriba. Mis pensamientos me siguen sin desprenderse. Insaciables maquinan nuevas formas de obtener afecto. Me asfixio. Tanto amor y no me basta. Hoy sí, mañana no. No me basta. ¿Diversifico la inversión? ¿Me prostituyo o me rebajo? ¿Te exijo más y acabo por abrumarte? ¿Dónde acaba el sexo y dónde empieza el afecto? ¿Y si nos queremos un ratito?
¿Y si me quiero un ratito?

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domingo, 4 de marzo de 2007

SHORTBUS

No es la primera vez que en el cine a través del sexo se nos habla del sexo y de más cosas. En cine español tenemos la genial “Lucía y el sexo” como magnífico ejemplo. En esta ocasión, el director John Cameron Mitchel nos ha regalado una película fresca y libre que ha recibido diferentes valoraciones, y mientras algunos la han considerado innovadora y arriesgada, otros no ven en ella más que una mezcla de porno y videoclip. Si escribo esto es porque me identifico con los primeros, y aunque es cierto que ya es poco rompedor el sexo explícito, la película ha logrado entusiasmarme y transmitirme desde el principio hasta el final. El tono libertario que conecta con los 60, y que no teníamos que haber dejado atrás nunca, es reivindicado en un momento en que el occidente ha integrado la homo y bisexualidad, ha sufrido el cambio irreversible y la desesperanza que trajeron las guerras de Irak el 11-M, y ha sufrido y perdido el miedo al VIH. El mundo ya no es el mismo y sin embargo la libertad sexual y afectiva tiene que seguir siendo reivindicada. Y las preguntas que nos hacemos siguen siendo las mismas. El ser humano quiere sentir y se pregunta cómo conseguirlo. Quiere sentir, entendiendo sentir en su acepción sexual, lo más libremente posible, y quiere liberarse también en los afectos, sigue deseando amar y ser amado aunque en el fondo sepa que es misión imposible.
En la película una galería de personajes neoyorkinos entremezclan sus vidas en torno a SHORTBUS, esa metáfora de la libertad en forma de sala de “encuentros” de todo tipo, donde hay lugar para todas las opciones, donde campa el respecto y el sexo no tiene por qué ser frío ni frívolo ni antiestético. Se trata por tanto de un lugar idealizado, de una utopía en la mente del director donde se desbloquean las ataduras y trabas que nos impiden sentir. El proceso de creación de la película incluyó una gran contribución de los actores, que fueron captados a través de anuncios en la prensa y que aportaron mucho de su experiencia, inquietudes y deseo. Quizá por ello el resultado resulta tan humano a la par que sexual. Desde mi punto de vista, hay mucho de indagación en los anhelos y necesidades de los personajes. Me encanta especialmente la idea de que los bloqueos se resuelvan gracias a la intervención de un elemento externo que permite a la persona o la pareja atrapada en sus barreras tomar perspectiva, verse desde la ventana de enfrente, respirar, enriquecerse, agitar un fotograma fijo o añadir una nueva nota a la partitura. La tendencia del ser humano es la inercia, la repetición, y está en los demás la clave para que un día sea distinto del anterior, para que yo hoy pueda ser distinto del de ayer, para aprender, para dudar, para sentir. Por eso esta película tenía que ser necesariamente coral, y aunque la sexóloga protagonista en la búsqueda de su orgasmo parezca liderar la acción, igual de protagonista es el personaje de Jamie en su búsqueda personal aparentemente hacia ningún sitio, o el ex-alcalde o el/la anfitrión/a de la sala.

Por todo esto os recomiendo que veáis esta peli (espero no haber creado demasiadas expectativas y que luego os decepcionéis), que lo hagáis sin tabúes, y que disfrutéis de su sinceridad, su fantástica banda sonora, sus protagonistas y su dinamismo.
Para que os hagáis una idea, aquí tenéis el trailer original con una presentación de su director (el trailer en realidad empieza en el minuto 2).


Y mi tema favorito, Soda Shop, cantando por el guapísimo Jay Brannan desnudo desde el baño de su casa, que acompaña uno de los momentos más entrañables. Si os cansáis de la parrafada inicial (o como yo, no lográis entender la mitad de lo que dice), podéis buscar el inicio de la canción en el minuto 3:02. ¿Por cierto, alguien se atreve a traducir la canción? Espero que os guste!

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